Reto 2020|Los Días Después del Fin del Mundo|Zac

 Hola a todos los lectores anónimos del blog, el día de hoy traigo mi personaje del mes de Septiembre con el que retomo el ejercicio, tal vez fuera por que tenía mucho tiempo de no poder escribir que salió un relato algo largo, aun así me gustó el resultado.



El tímido…|Zac




Oye...¡Tú! El de la gorra…—El alulido dio medio giro y la miró levantando las cejas al mismo tiempo que se señalaba así mismo con el deco índice —¡Sí, tú! Ehmm…

Zac.

¡Sí, Zac! Ayúdame con el pequeño, ya no puedo llevarlo más en brazos.

Claro...—«¿Pero qué le pasa? ¿No es ella la que siempre nos dice que debemos valernos por nosotros mismos? Como sea...» Pensó mientras tomaba al pequeño niño que dormía en los brazos de Nan.


Había formado parte de grupo desde que la sequía había empezado, de eso hacía ya bastante tiempo, pero podía apostar a que Nan no era a única que no recordaba su nombre. No podía culpar a nadie de eso, él no era exactamente sociable, no es que no lo intentara, más bien le gustaba pasar inadvertido. La gente le parecía difícil. Siempre había evitado las multitudes, es decir, antes las evitaba, ahora no tenía otra opción si quería sobrevivir.


Como todos los demás, había tenido que aprender a ser fuerte y no era algo de lo que se sintiera orgulloso, era más bien triste, habían sucedido tantas cosas. El mundo que conocía dejó de existir, pero él seguía aquí y no planeaba quedarse atrás. Había tenido que aprender a cuidarse solo, pero ahora que estaba con Nan, sentía que podía confiar un poco en los demás, apesar de que ella se la pasaba diciendo que no se haría cargo de nadie que no fuera sí misma.


El camino hacía la Torre era difícil, principalmente por el hecho de que el grupo estaba compuesto mayormente por niños, en realidad no había ningún adulto con ellos, según sus cálculos, Nan tendría entre diecisés o diecisiete años, él mismo tenía apenas diecinueve y también estaba Stan, con probablemente diecisiete años. Fuera de ellos, las edades del resto rondaban entre los siete y los catorce años, sin tomar en cuenta al pequeño Tomás a quien llevaba en brazos, demasiado pequeño para caminar distnacias largas por si mismo. Darse cuenta de eso lo hizo sentir nervioso.


Está oscuereciendo y no hemos encontrado un sitio seguro aún, no podemos acampar al aire libre con todos los niños...

¿Acampar? ¿De qué estás hablando? No podemos detenernos ahora —Interrumpió.

¿Qué?! ¿Por qué no? Dime de qué ra...

¿En serio no te has dado cuenta? —preguntó Zac con voz serena —Nos siguen desde hace horas —Nan sintió un escalofrío recorrer toda la longitud de su espalda. ¿Cómo es que no lo notó? «Pero, ¿cómo? ¿Quién? ¿Desde cuándo?» Estas preguntas golpeaban su mente impidiéndole pensar —puedo ver el polvo que levanta su vehiculo, son listos, avanzan lento para que el ruido del motor se confunda con el viento y guardan la distancia suficiente para que no los veamos pero no tanta como para que nos pieran de vista. ¡No hagas eso! ¡No voltees! Acaso queires que se enteren de que ya los vimos.

No sé que hacer Zac —dijo con voz temblorosa y los ojos vivdriosos a punto de soltar el llanto, al verla en ese estado algo se oprimió en su pecho.

Sólo sigue avanzando, no podremos detenernos. Será una noche larga —dijo tratando de no mirarla.

Apenas son niños...

Sí, viajamos con demasiados niños, era cuestión de tiempo para que nos encontraran.

Estoy cansado Nan, podemos parar un rato, me duelen los pies —dijo un pequeño de unos ocho años mientras se frotaba los ojos —además me esta dando sueño, ya casi es de noche. Nan miró los ojos seguros de Zac, que de algún modo parecán decirle que todo estaría bien.

Sólo camina niño.


Avanzaron en silencio por la siguiente media hora, el sonido del motor comenzaba a escucharse y el olor a tierra les llenaba la nariz. Zac volvió la cabeza y por primera vez se asomó el terror en sus ojos castaños.

No puede ser —susurró apretando los puños —¡Corran! ¡Todos corran lo más rápido que puedan y no se detengan! —tomó la mano de la chica que caminaba a su lado —¡Sigan correindo!


Detrás de ellos una camioneta blindada avanzaba con prisa de alcanzarlo., Al ver que todos corrían no dudaron en acelerar el paso, pronto el vehículo estuvo a solo unos metros de distancia, los niños aterrados comenzaron a llorar. Nan sabía que ella los había puesto en riesgo, al principio no pensaba en llevarlos a todos, pero no podía sólo seguir su camino cada vez que se topaba con otro pobre niño abandonado. Y así sin darse cuenta llevaba una guardería andante «pero que estúpida he sido» De pronto la única luz que rodeaba al grupo era la luz artificial de los faroles que se precipitaban hacía ellos con la velocidad de una fiera. Un fuerte zumbido llenó la noche, seguida de una ola magnética que les hizo perder el equilibrio, desorintados y cansados muchos cayeron al suelo. Incluso Zac perdió el equilibrio y cayó de frente al suelo, ni siquiera notó el momento en el que soltóal pequeño de sus brazos. De la camioneta bajaron varios hombres, tomaron a todos los que pudieron, eran tan salvajes que los llevaban tomados por los cabellos, si se resistían los golpeban con fuerza sin importarles que fueran solo niños.

¡No! ¡Déjalos! ¡Suéltalos! —gritaba Zac mientras intentaba impedir que se los llevaran, pero otro hombre lo golpeó por la espalda con un mazo, cuando abrió los ojos aún estaba desorientado. No sabía cuanto tiempo había pasado, la cabeza le dolía y al levantarse sintió la sangre correr por el costado de su cara. Se descubrió solo en medio del silencio.

¡Nan! —gritó con todas sus fuerzas —¡Naaaan! —gritaba una y otra vez, pero solo el silencio respondía. Se tiró de rodilas y golpeó el suelo con el puño. «No otra vez» pensó. Se había vuelto a quedar solo.

Gracias por leer. Hasta la próxima.


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