Personajes Mis 52 versiones Febrero




        Sí, ya sé que estamos en Marzo, pero es que de verdad Febrero no fue mi mejor mes. Tuve mucho trabajo y muchas cosas que apenas tuve descansos y me anima contares que si logré escribir mis personajes de Febreo aunque sólo fueron dos. Pero no pude pubicar en tiempo porque me quedé sin internet y trás varias muy desgastantes llamadas al proveedor de servicio al fin lo reestablecieron.

       No he querido quedarme sin publicarlos así que los dejaré en la misma entrada para que no se piereda la línea de los personajes.

        Así que sin más aquí mis personajes, el primero basado en la característica aquí mostrada:

 

Don Carlos



Era domingo y como todos los domingos me encontraba en la plaza sentado frente al tablero de ajedrez, esperando a aquel que tuviera el valor de retarme. Lo vi llegar desde que entró en la plaza cabizbajo, con las manos en los bolsillos y arrastrando los pies. Cuando se llega a mi edad uno aprende a escuchar a las personas y ese pobre muchacho necesitaba hablar con alguien. Se le veía perdido, era obvio que estuviera contrariado por todo lo que decían de él, sabía que sólo estaba en la plaza porque quería hablar conmigo, hay algo en la vejez que le da confianza a la gente de contarte sus cosas. Tal vez sea porque creen que cerca de la muerte se adquiere cierta sabiduría o tal vez porque uno no tiene nada más que hacer.

Como fuere, se sentó frente a mí y tomó una de las piezas, como si fuera a hacer una jugada, realmente esperaba ver un movimiento pero el chico sólo miraba el tablero.

—¿Que pasa, hijo? —me aventuré a decir, cuando se es viejo uno entiende que ya no se puede dar el lujo de perder el tiempo.
—Yo no lo hice Don Carlos. Eso que dicen.
—Lo sé hijo, pero esos chicos con los que a veces andas no son muy buena compañía, la gente piensa cosas.
—Sí pero son mis amigos, además…
—!Amigos¡—lo interrumpí con tono fastidiado —¿y dónde están esos supuestos amigos ahora, eh? Porque sé que no te han visitado desde que comenzó la investigación.
—Lo sé, mi papá siempre dice lo mismo —dijo el pobre muchacho con la vista aun fija en el tablero.
—Bueno, no se puede hacer nada, sólo esperar. Si realmente eres inocente…
—¡Soy inocente! —me interrumpió dando un manotazo en el tablero.
—Si realmente eres inocente —proseguí alzando un poco la voz, mientras ponía en otra vez en su sitió las piezas que se cayeron —la verdad va a salir a luz, van a encontrar al verdadero culpable y esto no habrá sido más que un mal capítulo en tu historia —el muchacho asintió —no tienes nada que demostrale a la gente, pero por tu propio bien deberías cambiar un poco la forma en que llevas tu vida. Deja de ser un vago y asiste a la escuela, busca un pasatiempo que te ocupe la mente, algo de provecho, puedes tocar la guitarra a las chicas les gusta eso. Y sobre todo, deja de robarle a tu padre el dinero de la caja.
—¿Cómo sabe eso? —el muchacho me miró tan sorprendido que me hizo soltar una pequeña carcajada.
—Yo también tuve tu edad hijo, que no se te olvidé.
—Gracias Don Carlos, hablar con usted siempre me hace sentir mejor. Espero volver pronto.
—Yo espero que cuando vuelvas hayas aprendido a jugar ajedrez, es irritante que sólo vengas a desacomodarme las piezas —dije con fingida molestia.
—Adiós Don Carlos —dijo el muchacho mientras se levantaba del asiento con una sonrisa llenándole el rostro.
—¡Satoshi! —le hablé para llamar su atención —¡Que tengas suerte! —tuve que levantar un poco la voz para que el muchacho pudiera escucharme, levantó la mano derecha en forma de saludo y se encaminó a la entrada de la plaza. Se veía muy animado, no parecía la misma alma en pena que había llegado unas horas antes.

Volví la vista al tablero,verificando que todo estuviera en orden y alineando las piezas esperé a que se acercara un nuevo retador o un nuevo confidente, lo que llegara primero.



*     *     *     *

Mi segundo personaje esta basado en la siguiente característica:

Su libro favorito es... 1984




Ahí estaba de nuevo frente a la caja registradora del centro comercial, atendiendo a los clientes, como siempre con buena cara mirando de reojo a la encargada que lo observaba desde el otro lado del pasillo con brazos cruzados, asintiendo con la cabeza en modo de aprobación por el buen servicio.
Suspiró, había sido un día largo, pero después de seis horas de arduo trabajo podía irse al fin a casa, se acercó a la salida de empleados dónde lo detuvo el cuadro del empleado del mes, observó sus propios ojos en la fotografía enmarcada frente a él, la sonrisa en el rostro de aquel personaje se le antojo extraña, definitivamente ese no podía ser su rostro, pensó.
Caminó todo el regreso a casa con los audífonos puestos pero realmente no estaba escuchando nada. Lo hacía sólo para evitar que la gente le hablara, sin embargo le regalaba siempre una sonrisa a aquellos rostros cuya mirada no había podido esquivar escondiendo para sí sus verdaderos sentimientos en el fondo más oscuro de su mente, no fuera a ser que algún policía del pensamiento anduviera por ahí esperando a denunciarlo; al pensar así se le escapó una pequeña carcajada, una de verdad, no podía evitarlo, siempre se había sentido así. Atrapado en aquel pequeño mundo, observado siempre por el Gran Hermano.
Intentó relajarse un poco cuando llegó a casa, respiró profundamente pero sólo logró que la polución del aire se le alojara en los pulmones. Caminó sin ganas hasta el comedor hasta que una voz en medio de la oscuridad lo detuvo.
—¡Llegaste!
—Cariño, deberías encender las luces —se acercó para besar la frente de su novia —¿no es tarde? El bar abre en una hora, ¿no?
—Quería despedirte, últimamente apenas nos vemos y eso que vivimos en la misma casa.
—Es cierto —volvió a sonreír, una de esas sonrisas fingidas otra vez, si tan sólo pudiera encontrar el punto ciego como había hecho el Señor Smith, un lugar en su propia casa donde pudiera ser él mismo, donde poder desfogar todo aquello que guardaba dentro.
—¿Quieres que encienda la luz? —preguntó ella al salir.
—No.
Esperó poco más de dos horas después de que su novia dejó el departamento, quería estar bien seguro de que estaba solo y entonces se relajó por un momento, en medido de aquella oscuridad se permitió sentirse a salvo. Respiró profundamente protegido de sí mismo y de lo que había hecho.

 
*     *     *     *

Espero que les haya gustado. 
Gracias por visitar el blog!
Hasta la próxima! 



Comentarios

tyess dijo…
Personajes interesantes. ¿El segundo tiene algo que ocultar, quizá? ¿O sólo se pone paranoico y ya? Mira que preocuparse tanto de ser observado...

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