Proyecto De Octubre En Adictos



Hola:

Este mes en Adictos A La Escritura, el ejercicio consistía en desarrollar un relato basado en la temática de horror. Les presento aquí mi proyecto, que aunque no es exactamente horror, tiene algo de suspenso. Espero les guste. Sin más los dejo con mi relato.

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EL PASAJERO

Corría apresurado rumbo a la estación de trenes. Debía haber abordado el tren hacía diez minutos pero aún se encontraba corriendo hacía el andén. Llevaba el velís en la mano derecha y a ratos debía ayudarse de la mano izquierda para sostenerlo sin dejarlo caer. Por el atuendo que llevaba podía saberse que era un hombre de clase media alta,  más bien de la clase media trabajadora. Un médico o un profesor tal vez, por las manchas de tiza que caían de su saco.
Cuando llegó por fin a la estación de trenes apenas vio el tumulto quiso abrirse paso para llegar al tren pero se vio obligado a descansar los brazos en las rodillas y recuperar un poco el aliento. En eso estaba cuando el silbido del tren y el sonido de las ruedas emprendiendo la marcha lo hicieron pegar una nueva carrera y subirse  a uno de los vagones que tenía delante.  
Una vez a bordo del tren, notó que la sección en la que se encontraba era la de los camarotes privados. Pensó en lo mucho que le encantaría viajar ahí, pero los camarotes estaban reservados únicamente para la primera clase y él estaba muy lejos de pertenecer a una clase tan alta como la realeza, así que tuvo que conformarse con el asiento que esperaba por él en la tercera clase, donde los asientos estaban acomodados en fila y en los cuales podían sentarse dos personas por asiento, algunos estaban dispuestos de tal modo que las personas podían mirarse de frente los unos a los otros. Pero el lugar donde él estuviera sentado era lo que menos le importaba. Él sólo quería llegar a su destino para poder desposar a su amada al fin.
Miraba el horizonte pasar a través de la ventana del vagón. Y cerrando los ojos evocó a su amada Mary quien seguramente le esperaba ansiosa y así se quedó dormido. En medio de la oscuridad escuchó una voz llamándolo, se escuchaba muy lejos. Él estaba de pie o eso creía porque no podía ver nada, no sentía ni si quiera el viento chocar contra su piel, pero podía escuchar ese suave murmullo pronunciando lo que parecía su nombre.
—John…—decía la voz —John —volvía a decir.
—¿Quién es? ¿Qué quiere? —Un chirrido tan profundo lo inundó al mismo tiempo que una luz cegadora lo arrasó todo. Abrió los ojos.
—Un sueño… Pero… Que cosa tan extraña —dijo restándole importancia.
Volvió a mirar por la ventana y se notó que ya había oscurecido. El sonido de su estomago le recordó que aún no había cenado y se levantó de su asiento para dirigirse al comedor.
Cuando estaba a punto de deslizar la puerta que le llevaría al comedor, una mujer muy bien vestida salió apresurada. Salió tan rápido que inevitablemente chocó contra su cuerpo. Al pasar a su lado pudo verle parte del rostro que ella cubría con un abanico,  un sentimiento extraño invadió su ser. No supo que fue lo que sintió pero durante la cena sólo pensaba en esa mujer tan misteriosa e intentaba explicarse a si mismo que era aquel sentimiento que ella le había causado.
Se levantó de la mesa y decidió dar un paseo para despejar un poco su mente. Pensó en ir al último vagón para mirar las vías quedarse atrás como solía hacer con su padre cuando era niño; pero en ese momento escuchó un grito. Era una mujer. Levantó la vista y sólo observó el faldón de un vestido perderse de vista al atravesar hacia otro vagón. Corrió a auxiliar a la mujer pero algo extraño lo detuvo: nadie más en el vagón se preocupó por ayudarla. Acaso ¿nadie más la había oído?
Siguió caminando esta vez con calma, observando a las personas, pero estas se veían muy normales, entretenidas en sus cosas. Algunas apenas advirtieron su presencia pero el joven notó como uno de ellos lo observaba. Era un hombre alto y en cuanto percibió que lo miraba cubrió su rostro con el periódico que fingió leer, pero el muchacho ya lo había visto y ya había notado algo extraño en la mirada de ese hombre de sombrero de copa. Algo que sin duda llevo a su memoria la imagen de la mujer en el comedor. Sin más decidió salir del vagón y emprender su marcha hacia el último furgón y dejar del lado lo que acaba de escuchar.
En la puerta del penúltimo vagón, estaba parada una niña de frente a él, parecía que le esperaba. La niña sujetaba una muñeca en el brazo  y llevaba puesto el mismo faldón que minutos antes había visto alejarse. En cuanto la niña lo vio, salió del vagón y el muchacho claramente pudo escuchar abrirse la puerta del siguiente furgón y luego cerrarse.
¿Pero qué estaba sucediendo? Abrió la puerta y sintió algo oprimir su estómago hasta que se encogió, ¿Pero qué era todo aquello? ¿Porqué sentía que debía salir corriendo y volver a su asiento en tercera clase?
Ignorando aquellos confusos sentimientos se llenó de valor y abrió la puerta del siguiente vagón entrando a él de un solo paso, pero cuando estuvo ahí no vio a nadie. El interior  estaba completamente oscuro y era tenuemente iluminado  por la luz de la luna.
Cerró la puerta tras de si y se encaminó hasta la barandilla, creyendo que tal vez la niña había saltado.  Miró hacia las vías pero no pudo distinguir nada. No había nadie además de él en ese lugar, o eso pensaba. De pronto pensó en la mujer del comedor, había sin duda algo muy raro en ella, lo que le recordó inevitablemente al hombre que lo observó en el vagón donde escuchó sonidos extraños que nadie más pareció notar, y ello lo hizo pensar también en la pequeña niña que vio entrar en el vagón, porque sin duda la había visto. Pensó que todos ellos tenían algo en común y mientras más lo pensaba no encontraba nada que los relacionara. Se quedó pensando en eso cuando recordó lo poco convencional de sus rostros.
—En esos rostros —decía para sí —había algo extraño, sus rostros… parecían deformados… sus ojos eran como… Era como si algo deformara sus facciones… como si tuvieran algo que no pareciera…humano.
Entones lo supo. No estaba solo. Nunca lo había estado. Comprendió al fin aquel sentimiento que lo incitaba a irse. Aquello que lo obligaba a salir corriendo de ahí. Era miedo. Estaba temblando de miedo. Sus manos se aferraron con fuerza a la barandilla pero ya era tarde. En ese momento lo supo. Todo había sido planeado para llevarlo hasta allí. Esa cosa. Ese extraño ser lo había atraído hasta ahí y él había picado el anzuelo. Escuchó algo pesado caer desde el techo y sintió el suelo debajo de sus pies cimbrarse por el peso. Pudo sentir su aliento soplar sobre su cabeza, meciendo sus cabellos castaños. Sabía que ese era su fin. Quería salir corriendo pero estaba paralizado por el miedo. Intentó moverse pero no pudo y gritó. Lanzó un grito tan fuerte que creyó que todo el tren lo escucharía. Pero estaba equivocado. Su voz se confundía con la brisa del viento.

—¿Escuchaste eso? —dijo una joven en el comedor.
—¿Qué cosa? —preguntó su acompañante —Lo siento, no escuche nada. Anda termina la sopa, me gustaría chalar un poco después.
—No —dijo ella —me gustaría dar un paseo a solas después.
—¿Un paseo por los vagones del tren? ¡Que extraña eres! —dijo el joven de cabello negro mientras la miraba sonriendo.
—¿Sabes? He tenido un sueño absurdo, estaba todo oscuro y de pronto….
—¿Qué? ¿Pasa algo? —intervino el joven al percatarse que algo había desconcertado a la chica ya que ahora miraba en dirección opuesta donde él se encontraba.
—¿Viste a ese hombre?  —preguntó la chica regresando la vista hacia su acompañante —tenía algo muy…inusual.

Mientras el resto de los pasajeros se encontraban disfrutando alegremente de su viaje, el muchacho deseaba jamás haberse levantado de su asiento. Sus piernas temblaban y creía ya no ser capaz de sostenerse. Sintió unos filos ajenos clavarse en su pecho, en sus brazos, en sus piernas. Estaban fríos. Se aferraban cada vez con más fuerza a su ser. Podía sentirlos poco a poco clavarse en su cuerpo atravesando su carne, desgarrando su existencia lenta y dolorosamente.  Era una escena harto estremecedora observar a aquella cosa engullir su substancia mientras él aun estaba vivo. Pero ese no era el fin. No, claro que no. La noche apenas había comenzado y todo parecía indicar que iba a ser muy larga.
El silencio se llenó con un grito agudo y lastimero pero la vida del muchacho ya se había extinguido.


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Espero lo hayan disfrutado. Un beso.



Comentarios

Maga DeLin dijo…
Hola, Nemi, ¿cómo estás?

Tu relato está muy bien, y es misterioso, lo que está perfecto, porque todo cuento de terror debe tener su cuota de misterio.
Eso sí, te recomiendo que revises la ortografía, básicamente por algún tilde que se te escapó, y la puntuación. Si lo lees en voz alta puedes darte cuenta dónde faltó o sobró una coma, y además podrás notar cuántas veces repites algunas palabras, a veces dentro de una misma frase o párrafo. Palabras como "tren", "asiento", "vagón", por ejemplo.
Más arriba hablas de la clase alta y dices "él no era de la nobleza". Para cuando ya existían los trenes, los de la clase alta no eran nobles exclusivamente, sino gente rica. Y anterior a eso los nobles estaban por sobre la clase alta.

Beso!!
Anónimo dijo…
Hola Nemi:

Como estas? Sabes, es un relato muy interesante. Sin embargo, me he perdido porque no logro determinar en que momento el muchacho murio. No se si fue en las vias del tren o en el comedor.
Lunella dijo…
Una historia llena de misterio y horror, me gusto, es digna del mes de octubre. Por un momento pense que ya estaba muerto cuando tenía esa pesadilla pero lo llevaste por otro lado.
Y bueno eso, me gustó :)
Saludos.
taty dijo…
El pasaje donde la chica escucha al hombre gritar y luego dice que quiere ir a caminar sola por el tren me hizo pensar en una reacción en cadena, así:

1. El protagonista sigue a la mujer misteriosa para acabar muerto.

2. La chica que toma la sopa queda curiosa por su grito y al caminar por el tren termina muerta también.

3. Algún otro pasajero la mira, queda intrigado y acaba igual.

4. La cosa va así hasta que el tren queda vacío.

Perdona la manipulación de tu texto, es que me inspiró, me metí en él :)

Saludos.
Nemi Lo dijo…
Muchas gracias por sus observaciones, siempre me ayudan a mejorar y a enriquecer la escritura. Sus palabras siempre me animan. Lo revisaré enseguida y lo resubiré en cuanto me sea posible y Maga, en realidad que traté de ser lo menos repetitiva y me costó mucho trabajo eliminar ciertas palabras, también por lo apretado de los tiempos no pude revisarlo adecuadamente. En fin, que caundo lo tenga bien revisado lo resubo. De nuevo gracias por sus observaciones colegas. Un beso
Nemi L.
Dora Ku dijo…
Nemi: En un momento dado perdí la secuencia de tu relato, creo que es bastante bueno al principio, pero al final se mete en un laberinto del que ya no se puede salir.
Cariños: Doña Ku

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